miércoles, 22 de junio de 2011

Historia de las marionetas y origen del Museo Nacional del Títere Rosete Aranda

Historia de las marionetas y origen del Museo Nacional del Títere Rosete Aranda PDF Imprimir E-mail
Jueves, 18 de Junio de 2009 | 00:44
Marionetas
Una marioneta o un títere es una figurilla o muñeco de trapo, madera o cualquier otro material, usado para representar obras de teatro.
La palabra marioneta indica sobre todo el habla de estos personajillos. En francés, une marionette era un clérigo que en las representaciones religiosas donde aparecía la Virgen, aportaba su voz haciéndola aguda para que pareciese femenina. Las marionetas hablan siempre con una voz aguda, chillona y falsa. Se suele usar indistintamente el nombre de marioneta y el de títere. La palabra títere es onomatopéyica, según creen los lingüistas[cita requerida], por el ti-ti que hacían los actores con un pito, al mismo tiempo que movían los muñecos.
Historia 
El uso de las muñecos o títeres era conocido entre los griegos, que las llamaban neurospasta, palabra que significa objeto puesto en movimiento por cuerdecitas y la cual expresaba la naturaleza de la cosa. Aristóteles habla de ellos cuando dice que si aquéllos que hacen mover figuritas de madera tiran el hilo que corresponde a éste o al otro de sus miembros, éste obedece al momento. Se ve, continúa, cómo mueven la cabeza, los ojos, las manos; en una palabra, parece una persona viva y animada.
Tales eran los títeres o figuritas de que se servían los romanos para divertir y entretener al público y de los cuales habla Horacio. Figuras que, sin duda, habían tomado los romanos de los griegos.[1]
El teatrillo
Al principio de comenzar las representaciones, el teatrillo tomó el nombre de castillo o castillejo, en recuerdo de las primeras representaciones que se hicieron, que consistieron en historias guerreras medievales de las tomas de los castillos.
En el siglo XVII apareció el nombre de retablo para referirse a los castillos anteriores. Tomó el nombre de retablo (palabra de procedencia eclesial) porque las gentes de la Baja Edad Media estaban acostumbrados a entender las historias sagradas de religión mediante las imágenes y pinturas que se exhibían en los retablos de las iglesias, y este modo de presentación fue copiado para que el público siguiera de la misma manera las historias que las marionetas les presentaban. En el capítulo XXV de don Quijote Cervantes describe muy bien uno de estos retablos, el de Maese Pedro:
Obedeciéronle don Quijote y Sancho, y vinieron donde ya estaba el retablo puesto y descubierto, lleno por todas partes de candelillas de cera encendidas que le hacían vistoso y resplandeciente. En llegando, se metió maese Pedro dentro dél, que era el que había de manejar las figuras del artificio, y fuera se puso un muchacho, criado del maese Pedro, para servir de intérprete y declarador de los misterios del tal retablo: tenía una varilla en la mano, con que señalaba las figuras que salían
 El guiñol 
El guiñol pertenece al mundo de los títeres y marionetas pero tienen sus características propias que le diferencian en gran medida. Su origen es francés, de la ciudad de Lyon. Se cuenta que el creador del guiñol fue un hombre llamado Laurent Mourguet, de profesión dentista en la ciudad de Lyon. Para entretener a sus pacientes y hacerles olvidar el dolor, se inventó unas historias que se representaban en su gabinete, con marionetas de guante que se movían detrás de un mostrador. Esto ocurría hacia el año 1795, poco después de haber estallado la Revolución francesa. Mourguet llegó a ser muy querido por sus contemporáneos y fue perpetuado su recuerdo con un busto levantado en una placita de la vieja ciudad de Lyon.
Los personajes de aquel guiñol eran representaciones de gente del pueblo, con sus aspiraciones, calamidades y problemas, todo ello puesto en tono festivo y crítico para animar y entretener a los espectadores, grandes y chicos. El personaje central se llamaba Guiñol (Guignol), que prestó su nombre a perpetuidad para este tipo de representaciones.
El mundo de las marionetas
Los profesionales de las actuaciones con marionetas se llamaron desde un principio titiriteros, porque manejaban el títere. Los titiriteros actuaban por lo general al aire libre, en corrales, o en los interiores de los mesones. En el Siglo de Oro español (de mediados del siglo XVI a mediados del siglo XVII) la palabra titiritero amplió su campo semántico y empezó a aludir no sólo a los artistas de marionetas sino a los saltimbanquis, acróbatas, prestidigitadores y volantineros. Ser titiritero en esta época implicaba cualquiera de estas actividades.
En los siglos XVIII y XIX la palabra títere incluye una nueva diversión: espectáculos realizados con la linterna mágica.
Paralelo a estas actividades de los titiriteros, surge una serie de connotaciones negativas para la palabra pues se relaciona en muchos casos a estas personas con aquellos que viven en los caminos y se sustentan tan sólo de las acrobacias.
También se les confundía o asimilaba en muchos casos con el charlatán. La figura del charlatán del siglo XVIII es un falso médico, con remedios falsos que lo curan todo. Encandilaban con su charla a los espectadores, tanto en espacios abiertos como en los salones donde eran invitados; estas personas tenían a gala el desprecio de los conocimientos antiguos y aseguraban que los suyos, más modernos, eran los que tenían valor. Eran profesionales de la palabra y con ella embaucaban y deslumbraban a su público. Hasta tal punto se apoderaron de la palabra títere que con ellos surgió la titeretería, el arte o la ciencia de los charlatanes.
El mundo de la cultura y las marionetas
 El arte de actuar con las marionetas o títeres cobró una gran importancia desde fines del siglo XVIII y todo el XIX, importancia que seguiría también en los siglos siguientes. Escritores y músicos prestaron especial atención a este mundo de fantasía y le dedicaron su tiempo y su trabajo. La fascinación y el entusiasmo por aquellos muñecos y sus movimientos fueron en aumento.
El poeta y dramaturgo alemán Goethe (1749-1832), publicó 3 dramas con el título genérico Teatro moral y de marionetas recién abierto.
Los músicos Gluck (1714-1787) y Joseph Haydn (1732-1809), compusieron en Austria varias obras para estos teatrillos.
En el año 1846, la escritora francesa George Sand (Amandine Aurore Lucie Dupin, baronesa Dudevant, 1804-1876), ayudada de su hijo Maurice, creó su propio teatro de marionetas en el castillo de Nohant, en Francia (donde había pasado su infancia). Entre los dos fabricaban los muñecos, Maurice esculpía las cabezas y la escritora confeccionaba los vestidos. Llegaron a tener más de 200. Colaboraron en este entretenimiento los distintos artistas Delacroix (pintor, 1798-1863), Honoré de Balzac (escritor, 1799-1850), y los músicos Georges Bizet (1838-1875), Musset y Liszt.
Poco a poco fueron surgiendo locales minoritarios de los que quedan algunos documentados como los del barrio de Montmartre en París, Le Chat Noir (donde trabajaban con sombras chinescas) y Petit-Théatre (con marionetas de hilos). Las obras que se daban aquí eran de los autores Shakespeare, Aristófanes y Cervantes.
Siglo XX 
En el siglo XX y los primeros años del XXI, las marionetas van a ser los personajes que representen la libertad de expresión en la crítica política y de sociedad. Las marionetas y los títeres se convierten en la caricatura de los grandes personajes, sobre todo políticos. En este siglo hay una gran proliferación de compañías de títeres que ofrecen al público funciones de corte satírico. La televisión también cuenta con programas de esta índole.
Ya Valle-Inclán en 1910 escribió para marionetas unas obras en que ciertos personajes eran satirizados y presentados como esperpentos. Se representó la obra La cabeza del dragón y años más tarde, en 1926, Tablado de marionetas.

Tipos de marionetas o títeres 

Títere de guante
Son aquellos muñecos que se manipulan colocando la mano en su interior. Llámanse de guante porque el vestido que llevan se asemeja a un guante y se adapta perfectamente a la mano del titiritero.
Al ser el movimiento del muñeco el mismo que efectúa la mano, les confiere una agilidad sorprendente e inimitable por cualquier otro tipo de muñecos. La continuidad física, entre manipulador y figura traduce directamente el gesto del primero al gesto de la segunda.
Los títeres de guante a su vez se diferencian en el manejo:
  • Clásico: dedo índice para la cabeza, corazón y pulgar para los brazos (a veces también meñique y pulgar)
  • Catalán: dedo índice, corazón y anular para cabeza y hombros, meñique y pulgar para los brazos.
  • Japonés: la cabeza lleva en su base una bola que se sujeta entre los dedos índice y corazón y las manos van enganchadas directamente en los dedos pulgar y meñique. El traje va colocado posteriormente sobre la mano.
En sus orígenes, el espectáculo de títeres de guante era rudo y violento. En Sicilia, es el teatro de Polichinela: elemental y enigmático rito de lucha y muerte, que recibe otros nombres en distintos países: Punch y Judy en Inglaterra, don Cristóbal Polichinela en España, Petruska en Rusia. En todos ellos el protagonista dialogaba con el público y lo implicaba en una alegre serie de asesinatos que se extendían desde los vecinos hasta los representantes del poder: el policía, el verdugo, y los personajes sobrenaturales: la muerte, el diablo.
variaciones: Un tipo de titere que se podria considerar como una variacion es aquel en que se puede abrir y cerrar su boca, gracias a que es de mayor tamaño y tiene la boca articulada; con la otra mano se mueve uno de los brazos del títere. Para mover el otro brazo se necesita un ayudante.
Títere de Peana
Son aquellos que están sujetos a través de una varilla colocada en su parte inferior a un soporte de madera, al cual que se le denomina "peana". El movimiento de sus extremidades se consigue acompañado de varillas.
Existen títeres de peana simple, generalmente para manipular personajes humanos, y títeres de doble peana para animales.
En su versión más tradicional el títere de peana se desplaza sobre una pista situada por debajo del nivel del escenario y se mueve paralelo a la embocadura, el movimiento se limita a izquierda/derecha y derecha/izquierda. De esta manera los pies de la marioneta quedan al nivel del suelo de la escena.
Aunque también se conocen montajes teatrales que prescinden de la pista o rail y la marioneta se desplaza sobre una mesa o tarima, así el movimiento de las marionetas, además de izquierda/derecha, incorpora también delante/detrás, así como el desplazamiento diagonal.
Otras marionetas
  • Títere de hilos para mesa
  • Siluetas
  • Silueta articulada o títere planista
  • Sombras
  • Sombras opacas
  • Sombras traslúcidas

Museo Nacional del Títere Rosete Aranda
 
 Foto: tlaxcala.gob.mx
 
El origen y la razón de que este museo nacional del títere se encuentre en la ciudad de Huamantla, Tlaxcala, se remonta a los años 30 del siglo XIX, cuando el maestro titiritero italiano, Margarito Aquino, enseña su arte a cuatro jóvenes hermanos huamantlecos, Julián, Hermenegildo, Ventura y María de la Luz Aranda, quienes fundan, en 1835, la Empresa Nacional de Autómatas, con bellísimos títeres fabricados por ellos. Al morir Julián y Hermenegildo, continuaron dando funciones Ventura, María de la Luz y su esposo, Antonio Rosete, primero, en un corralón y, después, en el primer teatro que existió en Huamantla. Con el tiempo, fueron creando más personajes, dando lugar a sus famosas tandas, en las que daban funciones de circo, con payasos, equilibristas, maromeros a caballo, su pista y hasta los espectadores; también presentaban el palenque, con gallos de pelea que abrían sus alas y erizaban las plumas del cuello, con el juez, los amarradores, los corredores de apuestas, el gritón, músicos, cantantes y el público, o sus tardes de toros, con su plaza, graderías, su picador, toros y toreros que eran manejados con verdadera maestría.
Cuando murieron don Antonio Rosete y María de la Luz Aranda, tomó las riendas de la compañía su hijo mayor, Leandro Rosete Aranda, quien junto con sus hermanos, Adrián, Felipe, Tomás y María Mecedonia, y su tía Ventura, se trasladaron a la Ciudad de México en 1880, ofreciendo seis tandas, de las tres de la tarde a las once de la noche, en el Teatro de América.
En el Diario de la República, el 28 de noviembre de 1880, el célebre poeta don Ignacio Manuel Altamirano escribió:
“Los títeres, ¿lo oís? Los títeres… pero no los títeres que estamos acostumbrados a ver, sino una maravilla de títeres, como apenas han visto iguales las barracas ambulantes de Italia, los teatritos ahumados de Inglaterra y las tiendas de feria de Francia… Los títeres de Leandro Rosete Aranda”.
En 1883, Leandro se casó en Huamantla con María de la Luz Reséndez Vélez, con quien tuvo varios hijos, uno de ellos, Francisco, continuaría más tarde la tradición de la familia Rosete Aranda. A partir de aquel mismo año, la compañía realizó con éxito varias giras por el interior de la República, los Estados Unidos y Centro América.
Para 1894, contaban con su propia imprenta en la ciudad de Huamantla, para imprimir su propaganda y las hojitas en las que imprimían algunas de las piezas literarias que formaban parte de sus actos, que se vendían a 6 centavos, como el “Discurso del Vale Coyote”, personaje que sirvió de inspiración a Mario Moreno para crear su personaje de “Cantinflas”, y las “Coplas de Don Simón”, cuya frase final se volvió de uso popular para denotar los desenfrenos de los tiempos modernos: “¡Ay qué tiempos, señor don Simón!”.
De regreso a la Ciudad de México, en 1900, inauguran con su espectáculo el Teatro Variedades de la calle de Ayuntamiento, donde después se fundaría la estación de radio XEW y donde permanece hasta la fecha. Don Leandro Rosete Aranda muere en octubre de 1909, quedando al frente de la compañía su viuda María de la Luz, quien continúa con las funciones por todo el país. A principios de 1912 toman un breve receso en Huamantla, a fin de reparar los títeres, las escenografías, la utilería y a ensayar nuevos actos.
Los Rosete Aranda llegaron a formar una colección de 3,000 títeres, cada uno de ellos de 60 cm de alto; sus caras eran de madera de ayacahuite virtuosamente talladas y sus cuerpos eran de madera de colorín, también llamada zompantle o patol; sus vestimentas también eran dignas de admiración. Algunos de sus personajes llegaron a tener hasta 19 hilos, para imitar con la mayor perfección posible los movimientos humanos. Los titiriteros tenían que practicar durante dos años para manipular una marioneta, con la perfección clásica de los Rosete Aranda. Crearon en su más de un siglo de existencia más de 100 actos diferentes, algunos de ellos de gran complejidad, como el naufragio de un barco, donde el feroz viento rompía los mástiles, las velas se desgajaban, el timón salía por los aires, las olas barrían la cubierta, hasta que finalmente se hundía la embarcación y se veía como llegaban sus restos hasta el fondo del mar. Son incontables también sus populares personajes que hacían la delicia de chicos y grandes.
En febrero de 1941 cerró sus puertas la Compañía de títeres de los Hermanos Rosete Aranda; los 3,000 títeres fueron guardados por don Francisco Rosete Aranda en su casona de Huamantla y más tarde vendidos casi en su totalidad a un museo de muñecos de los Estados Unidos, conservando sólo cinco de ellos, que hoy pueden ser admirados en el museo que con justicia lleva su nombre en la ciudad de Huamantla, el cual fue fundado en el año de 1991.
En su inauguración, el maestro titiritero Javier Villafañe, reconocido poeta y escritor de cuentos, incluidos los infantiles, expresó que era el más bello museo del títere que él hubiera visto en su vida, mientras que la maestra Concha de la Casa, directora del Centro de Información y Documentación de los Títeres en Bilbao, España, opinó que es uno de los pocos que existen en su género, en el mundo entero.
El museo, que ocupa parte de la casa del siglo XIX que perteneció a la familia Barrientos Carvajal, no sólo contiene los personajes sobrevivientes de la compañía Rosete Aranda; también cuenta con piezas articuladas de origen prehispánico, encontradas en la zona de Cacaxtla y Xochitécatl, además de títeres originarios de la India, Indonesia, Italia, Inglaterra, Alemania y España. Asimismo, la época de oro del teatro guiñol mexicano también tiene cabida en este museo, considerado como único en su especialidad en Latinoamérica.
Visitas: martes a domingo de 10:00 a 14:00 y 16:00 a 18:00 horas. Domingo de 10:00 a 14:00 horas. Información: (01-247) 472-1033.

Última actualización el Jueves, 18 de Junio de 2009

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